viernes, 8 de junio de 2007

preguntas....

“Las niñas no deben de preguntar”…fue la frase que me hizo caer a tierra esta mañana.
Estaba sentada en el borde ya desvencijado de la fila se asientos, esperaba con mucha paciencia que me entregaran mi medicina en la farmacia del seguro social, cuando una nena de tres años, Daniela, con la impaciencia evidente hasta en el pelo, luego de estar dos horas entre ruido de gente adulta y con la necedad de su abuela que no hablara…que no se moviera…que no tocara nada… que no llorara…preguntó con insistencia: “que se hizo la mano del señor” haciendo referencia a la ausencia de la extremidad superior izquierda de un anciano que igual que todos aguardaba por su medicamento.
“Por qué sólo tiene una mano”…” Señor….señor….señor….que hizo la otra mano, dónde la dejo…a quién se la dio”, decía la nena….con los ojos de aburrimiento, el señor que esperaba por su medicamento para la hipertensión – luego fui yo la que no dejo de preguntar- sólo la veía y pintaba sin muchas ganas una leve sonrisa.
Pero la abuela de Daniela –a quien le correspondía el turno 182, para recibir la medicina, 10 menos que yo- lejos de pintársele una sonrisa en su cara, con su frente totalmente fruncida, actuó instintivamente, tomo el pelo Daniela y “la niñas no beben de preguntar” dijo muy convencida.
“Y por qué no podemos preguntar”…le dije yo de inmediato, “yo vivo justamente de eso, de preguntar”, insistí…”Pero es que usted ya es una mujer, además a ella no le importan esas cosas”…dijo la anciana mujer de rostro moreno, ojos rasgados y un pelo blanco impecable.
Es cierto, ya soy una mujer, pero por lógica temporal, fui niña alguna vez.
Mientras nos pongamos a callar a todas la niñas, sin permitirles que expresen sus inquietudes y si establecemos nosotros qué es lo que ellas les importa y lo que no….pues seguiremos en este mundo en que nos cuesta decir lo que sentimos, lo que pensamos, y esa es una cuestión no sólo de las niñas, de los niños también.
A Daniela no se le disipó su duda, al contrario, su mente a lo mejor inventó mil y una historia de la mano perdida del señor, ojalá y que nadie la vuelva a callar y le permitan descubrir este mundo, ojalá y que su abuela entienda que para saber hay que preguntar, independientemente de la edad, del sexo.... que el que pregunta no es que sea tonto, es por que quiere saber más...una vez alguien me dijo: "un buen periodista no es el que no pregunta para dar la apariencia de que conoce del tema, el buen periodista es el que pregunta cualquier cosa, por más sencilla que parezca, por que sólo así se le aclararán las dudas"....creo que eso se aplica no sólo a los periodistas, si no a todos aquellos que tenemos dudas de cualquier cosa, en cualquier momento y ante cualquier cosa.....dejen preguntar y si pueden contesten las preguntas que les hagan...

3 comentarios:

monich dijo...

Me encantó tu crónica de experiencias. Pones mucho sentimiento en tu redacción. Recuerdo esa sensibilidad desde la época en que nos conocimos en Cartagena y por supuesto, la valoro muchísimo.

Un abrazo a la distancia. Te seguiré leyendo.

Anónimo dijo...

Bonita anécdota que me trae recuerdos de "antes" cuando hablar no era permitido a menores de edad en reuniones de los mayores.
Los tiempos estan pasando y cambiando y ya muchas y muchos de ustedes permiten a sus hijos hablar y que aprendan y comprendan más.
Felicidades!

El antropólogo inocente dijo...

Muy buena crónica